Cifuentes se restaura

sábado, 5 marzo 1977 0 Por Herrera Casado

 

Hoy podemos nuevamente, y esto nos alegra de una manera sincera y muy especial, dar noticia de un lugar de nuestra provincia en que se tiene en cuenta el arte y la cultura; en que se respeta la huella del pasado, y se trabaja por evitar su hundimiento, su pérdida y olvido. Este lugar es Cifuentes, en hondón de Alcarria mansamente prendido, enrolado ágil y decidido en la vida actual, pero con la conciencia clara dé su historia y sus tradiciones, y la pasión de enaltecer su arte y su costumbrismo siempre viva.

Decimos esto a raíz de dos acciones que el Ayuntamiento cifontino ha emprendido recientemente, y que deben ser conocidas, reconocidas de todos. La estampa derrotada, envejecida, tristemente acrobática de la espadaña del convento de Santo Domingo, que se ha paseado en los últimos años por fotografías y viajeras retinas, en ese estado de ruina amenazante de total exterminio en que una bomba la dejó hace cuarenta años, ha cambiado recientemente gracias a la colaboración habida entre el Ayuntamiento de Cifuentes y la Dirección General de Bellas Artes. Un arquitecto, don Santiago Climent, ha llevado a cabo la tarea dignísima de restaurar esta espadaña, que ya luce íntegra, y como desde su construcción en 1645 lució silueta y gallardía.

La plaza alta de Cifuentes es, hoy por hoy, uno de los rincones más bellos de la provincia. Lleva su nombre: «Plaza de la Provincia», y en ella hay de todo un poco: un crucero de ‑caliza piedra; una barbacana que se abre sobre la plaza mayor y tiene de interlocutor bravío al castillo de don Juan Manuel; una casona bla­sonada ‑la de «los Gallos»‑ del siglo XVI; una parroquia, con nombre del Salvador, torre fortificada y portalada románica de lo mejor de la región; y un convento. Éste de los padres dominicos que llevó por advección la de San Blas, y que desde el siglo XVII asienta en este altozano su digna presencia de dorada piedra, cada vez más raído y triste, pero todavía su estructura general conservada.: una puerta de paso a lo que fue convento, con el escudo de la Orden y esta frase: «Predicatorum parenti ac primo Inquisitori D. Dominico Guzmano Anno 1625`. Una iglesia amplia y ‑elegante, de planta de cruz latina, con gran portada occidental ‑está que hoy, sobre la teoría de líneas y hornacinas, escudos  y arquitrabes, luce su renovada gollería de piedra ‑, y otra portada meridional, cobijada por arco semicircular y escudo del obispo de Sigüenza, don Fray Pedro de Tapia, que antes de obispo fue fraile dominico, y dejó para esta fundación alcarreña alientos y dineros. Ese conjunto de talladas piedras, de sonoras sombras y galpantes sentimientos que al viajero le circundan en esta plaza cifontina, no pasa al olvido fácilmente. Es un lugar que ahonda con garra en la vena de quien busca el meollo y los, ayeres de la Alcarria. En esta hora viene de recobrar algo de su vieja estampa, de rescatar sobriamente el pasado para este hoy que tan escaso anda de preocupaciones de este tipo.

Y es aquí mismo, en Cifuentes, pero al otro extremo de la villa, donde el mismo Ayuntamiento, su grupo de munícipes en estas cosas preocupados, donde otra reliquia del pasado histórico ha sido rescatada y dignificada: la picota, o rollo, u horca que así se llama por diferentes lugares de la tierra, y que venía a significar el grado de villazgo independiente, ha sido, trasladada desde un desmonte a las afueras del pueblo y colocada, en el centro de una nueva plaza, en el camino ya de Trillo, realzada sobre unas gradas de piedra, y dando esbeltez de símbolo auténtico a lo que para muchos es simple piedra carcomida. Bello ejemplo de picota renacentista, esta de Cifuentes, con cabeza capitelina y estriado fuste, señal de un regimiento y una autonomía que dieron razón y aliento a la vida villariega durante varios siglos. Justo lugar y afecto el que su Ayuntamiento actual le ha dedicado. Y justo también, por merecido, el aplauso que mandamos a Cifuentes, a regidores y pueblo todo, por estos dos, rasgos que demuestran su sensibilidad y cultura. Ojalá que en  esto surja la emulación de otros lugares de Alcarria.