Nuevos datos sobre Fray José de Sigüenza

sábado, 1 noviembre 1975 0 Por Herrera Casado

Fray José de Sigüenza, monje jerónimo, en un cuadro al óleo conservado en la biblioteca del Real Monasterio de El Escorial

La figura de fray José de Sigüenza, monje, Jerónimo del siglo XVI y su, importancia capital en la historia de la cultura española, ya ha sido destacada en repetidas ocasiones. Pero no podemos dejar de hacerlo hoy nuevamente, ante la aparición de algunos datos que completan el nuevo aspecto humano de este sabio. Aunque muchos tratadistas le incluyen en la nómina de los historiadores hispanos, no puede olvidarse la frase con que le calificaba don Marcelino Menéndez Pelayo, de que fue «quizá el más perfecto de los prosistas españoles, después de Juan de Valdés y de Cervantes» Su primera obra, la «Instrucción de maestros, y escuela de novicios» (Arte de perfección religiosa y monástica), es ya, una pequeña obra maestra. Pero es en realidad su gran «Historia de la Orden de San Jerónimo», la que le sitúa en lo más alto de los decires españoles, pues en ella utiliza, no sólo la técnica y el buen arte del historiador, sino la prosa más sabrosa y elegante del siglo. La figura de fray José se agiganta, incluso, en el campo de la religiosidad y de la historia del pensamiento espiritual. Son apreciaciones más modernas las que, a partir dé su obra, y estudiando cuidadosamente su biografía, le sitúan en uno de los puestos más destacados del erasmismo español. Discípulo y amigo íntimo de Arias Montano, formó en El Escorial, de donde llegó a ser prior en el grupo de los preocupados por la nueva religiosidad que en el siglo XVI se planteaba cómo respuesta a tanto vacío boato de la Iglesia, y como culminación de un camino iniciado en el Quatroccento italiano y flamenco, que fundamenta el edificio espiritual del Renacimiento todo. Por ello, no pudo escapar fray José a las investigaciones de la Inquisición, que le llevó a formar un expediente o proceso del que finalmente salió ileso. Hay quien dice que le fue formado por la envidia de otros monjes escurialenses, aunque lo cierto es que, según las premisas utilizadas por el Santo oficio, los dichos y manifestaciones de fray José eran susceptibles de ser considerados en el Tribunal encargado de mantener la puridad religiosa. Sólo el favor del rey, de su protector Felipe II, le pudo salvar de ser condenado.

Y es precisamente este, proce­so inquisitorial, hasta ahora no conocido totalmente, el que, al ser descubierto, nos ha aportado nuevos datos acerca del fraile jerónimo José de Sigüenza. El descubrimiento se ha hecho en la Universidad de Halle (Alemania), por el profesor español don Gre­gorio de Andrés y Martínez, de la Universidad Autónoma de Madrid, quién piensa editar en un libro su importante hallazgo. Como era normal en el interrogatorio previo al proceso inquisitorial de todo español que a tan alta y difícil prueba era sometido, fray José declara algunos datos de su vida que nos eran hasta ahora totalmente desconocidos. Y con­ firma algo que de siempre había sido sospechado, con fundamento como ser ve. Era natural de la ciudad de Sigüenza, en la que fue nacido  en 1544.  Su nombre completo era el de José Martínez Espinosa, y era hijo de Asensio Martínez, natural también de Sigüenza, y sochantre de su catedral. Su madre, Francisca de Espinosa, era natural de Espinosa de los Monteros, provincia de Burgos. Por su origen natural (hijo de un eclesiástico), utilizó solo el apellido de la madre, y así en los documentos de su vida civil, aparece con el nombre de losé Espinosa. Con él se matriculó y estudió artes en la Universidad de Sigüenza, en 1566, tomó el hábito jerónimo en el monasterio del Parral en Segovia. De estos últimos datos referentes a sus estudios, dio cuenta brevemente fray Francisco de los Santos, ­en la «Vida del V.P. fr. Joseph de Sigüenza»

Tal descubrimiento es capital para la historia de este escritor. Por una parte, porque aporta sus datos breves, pero muy explica­tivos, de su origen y naturaleza. Y por otra porque nos muestra el proceso inquisitorial completo de fray José, con lo que tiene ello de revelación y complemento en el conocimiento de la espiritualidad reformista que, alentaba en un grupo de monjes escurialenses, aquellos que más fielmente, siguieron al bibliotecario del centro, Arias Montano. La causa de hallarse tan importante documento para la historia de España, en una institución alemana, es cosa que ignoramos. Probablemente se trate de uno más de cuantos papeles se dieron por Inútiles, desperdigados o robados, cuando la Desamortización de Mendizábal, en 1836, y vendido por alguien a cosavejeros extranjeros que tantas cosas de interés, obras de arte, incluso documentos y libros, se llevaron fuera de nuestras fronteras. Quizás este hallazgo venga a colmar, aunque ya después de muertos, los afanes investigadores de tantos alcarreños que se dedicaron infatigablemente a la busca de la auténtica identidad de fray José. No pode­mos olvidar, pues, en esta hora, a don Juan Catalina García, don Román Andrés de la Pastora, fray Toribio Minguella, incluso al propio don Juan‑José Asenjo Pelegrina, quien en nuestros días ha estudiado al detalle, la vida y la obra, dé esta importante figura.

Que ahora queda, ya definitivamente y con verdad comprobada, en la ancha nómina de seguntinos ilustres. Sube, pues, fray José de Sigüenza, a esta galería del recuerdo, hoy más, alcarreño que nunca, y con su carné, de identidad en regla para cuantos quieren saber, de los hacedores del pensamiento, su primera razón vi­tal que les encuadre  en un momento y un lugar exactos de la historia.