El Santuario del Peral, en Budia

sábado, 25 enero 1975 2 Por Herrera Casado

 

Rozando con sus tejas y veletas el engironado aluvión de los cielos, allá donde la Alcarria se hace llanura y altura, que en esta parte de Castilla es una misma cosa, aireada y transparente, está situada la ermita, que por su volumen y prestancia mejor merece el nom­bre de Santuario, de Nuestra Señora del Peral de la Dulzura, patrona de Budia. Su ubicación en ese lugar no es caprichosa, pues hereda el terreno de lo que en, la Edad Media fue poblado con habitantes, llamado del Peral, y que hacia fines, del siglo XIV, junto con otros poblados llamados de Pumarejos, Membibre y Peñarrubia se, vieron, desprovistos de vida, y anexionados al ya pujante mu­nicipio, de Budia.

La tradición del pueblo nos refiere cómo en, tiempos muy antiguos, se apareció la Virgen en aquellos parajes a un niño que por allí andaba, teniendo como pedestal un peral cargado de su fruto. En aquel lugar creció el pueblo, y luego el santuario, que en principio fue de poco volumen, pero, finalmente, en el siglo XVII, se erigió uno más grande y artísticamente válido, que es el que hoy contemplamos, situado a dos kilómetros y medio antes de entrar a, Budia, viniendo desde, Brihuega. Fue el vecindario de Budia el que costeó, la edificación completa de esta gran ermita, que se vio terminada totalmente en 1686. Una traza líneas de simplistas, muy en la línea del manierismo que camina hacia el barroco. Una gran nave única al interior, con crucero y forma de cruz latina. Le gran linterna se termina en 1863.

En el  centro del altar mayor, que era de ostentosa decoración barroca, se encontraba la imagen de Nuestra Señora del Peral obra, románica del  siglo XII, que con otras muchas obras de arte, fue destruida en el período de dominación roja. Hoy ha sido sustituida por una nueva, y, aunque el elemento material, recipiendario de una larga tradición, es fundamental en esto de la devoción del pueblo, la que se profesa a la Virgen del Peral sigue siendo muy grande por parte de los habitantes de Budia.

El interior de este Santuario era muy rico en obras de arte. A él fueron a parar varios altares y diversos cuadros de los extinguidos monasterios, de carmelitas de Budia y de ­franciscanos de la Salceda, en Peñalver. Altares con múltiples óleos de tema religioso, y otros más sueltos y enmarcados que fueron, destruidos sin ninguna razón. Habla en el Camarín, entre otras cosas curiosas, un retrato al óleo de don Francisco Piquer, fundador del Monte de Piedad de Madrid, que murió en 1739 y que fue donado por la señora viuda de don José Zalón. Además dé los cuadros, y sedas, gran cantidad de exvotos lucían en sus paredes quedando hoy todavía alguno de ellos.

Las piezas artísticas de mayor valor en este Santuario, eran, sin duda y los bustos tallados en Madera del «Ecce Homo» y la Dolorosa», obras de Pedro de Mena, el escultor de nuestro Siglo de Oro que, con mayor ‑ realismo estudió y trabajó la figura humana. Están firmadas y fechadas estas obras en 1674. Salvadas de la quema, fueron llevadas al pueblo, y hoy pueden admirarse en la parroquia de Budia, aunque en muy precarias condiciones de luz y acondicionamiento.

La imagen de la excelsa patrona, de Budia, seria también puesta en el corazón del pueblo. Así, en el siglo XVII, un ilustre militar, hijo de la villa alcarreña, hizo labrar en plata, ricamente afiligranada, la imagen de la Virgen del Peral, pobre el árbol del aparecimiento, y con dos ángeles poniéndole la corona. Constituye todavía el, centro del rico frontal del altar de la parroquia de Budia. Su recuerdo queda alrededor de la imagen, también grabado en la plata: «A deboción del Capitán Ivan Nabaro a Pstrana, y de doña Josepha Fedrique su muger».

Como todas las, imágenes de la Virgen María, en sus diversas advocaciones populares, y por la fe gigantesca de sus fieles, la del Peral en Budia ha, sido milagrosa. Diversos ex‑votos y cuadritos que relatan los hechos prodigiosos de la virgen en tiempos pasados, dan fe de ello. Es un placer más el descubrir estas huellas mínimas, y como olvidadas, del folklore provincial, que tan bien nos retratan el modo de ser y creencias de nuestros antepasados.

La fiesta de Nuestra Señora del Peral de la Dulzura se celebra con grandes manifestaciones de júbilo en el mes  de septiembre, el domingo siguiente al día de la Natividad de la Virgen. Aunque en Budia, son también muy famosas las fiestas de San Pedro, en las que tienen lugar los actos casi carnavalescos de la “sampedrá”, con, su curioso baile de máscaras alrededor de la gran hoguera hecha en la plaza, estas fiestas de la Virgen son las más esperadas y celebradas del ciclo anual.