Iznaola y su testimonio alcarreño

sábado, 25 mayo 1974 0 Por Herrera Casado

 

El próximo lunes, día 27, y dentro del ciclo ­de Exposiciones pictóricas que la Caja de Ahorro Provincial de Guadalajara ha programado para este año, se presentará en su Sala de Arte, situada en la Excma.,Diputación Provincial, una exposición de pintura del artista Carlos Iznaola Garcés, quien por primera, vez asoma en los públicos ventanales, de nuestra ciudad. La presentación literaria del artista correrá a cargo de José Antonio Suárez de Puga, cronista de Guadalajara y conocido poeta.

Con esté motivo, y por unirnos a él una amistad, nacida en el común afán caminante de alcarrias, hemos charlado con Iznaola para intentar matizar y profundizar en esas acuarelas, en esos dibujos que nos presenta para con ellos dar testimonio de esta tierra. Que no es exactamente, la misma que vio nacer al artista, puesto que Carlos es madrileño, aunque habiendo pasado, un poco por todas las provincias centrales de España, y quedándose actualmente a vivir (pues se vive donde se tiene el corazón latiendo) en ese enclava único que es Pastrana. «Un día llegué allí, llevado por mi mujer. Me gustó tanto el pueblo, encontré amigos ten estupendos, a Montero, Cortijo, Revuelta y tantos otros, que me decidí a pasar allí los ratos de descanso y las temporadas, lo más largas posible, de actividad artística». Luego nos dice también Iznaola, que, su primera exposición de temas alcarreños, la celebró en Pastrana, en las pasadas fiestas, del Carmen, y desde entonces forma parte de la Institución Provincial de Cultura «Marqués de Santillana», de la que es uno de sus más activos colaboradores.

¿Cuál es tu preferido modo de expresión? preguntamos a Carlos Iznaola, quién, con su reposado y total dominio de la palabra pasa a relatarnos sus maneras de hacer, de entender, de experimentar incluso, en la pintura. «Tal como en mi exposición podrás ver la acuarela es lo que, hoy por hoy, trabajo con más asiduidad. Me gusta también mucho el dibujo que practico con tinta de imprenta, a espátula, con una técnica propia». ¿Por qué, agregamos nosotros, esas técnicas y no, por ejemplo, el óleo? «Sí, mira. Porque tanto la acuarela como el dibujo con esta técnica,  hecho de trazos gruesos y definitorios  se prestan a la espontaneidad, a la plasmación, del instante paisajístico, del gesto humano. Tanto una como, otro son, al mismo tiempo, un poco rebeldes. La, acuarela sobre todo: hay que atarla, luchar con ella y dominarla».

No es necesario que Carlos Iznaola explique el por qué de hacer, desde sus mil ángulos diferentes, el  paisaje alcarreño. «Lo que me interesa fundamentalmente es captar y plasmar la luz». La luz, si, que, chorrea de los montes y se extasía en las llanadas, se zambulle en los lagos, sé alza en vertical por todos, los campanarios; eso es lo que Iznaola busca, atrapa siempre, persigue hasta sus últimas consecuencias. Sus acuarelas son, así, puñados de luz en un papel sujetos. Y junto al sol agosteño y vivaz de Pioz aparece el gris plomizo de Valfermoso, en un día de lluvia, o los recovecos urbanísticos de Almonacid, de Pastrana, de Fuentelencina… «El paisaje de la Alcarria nos dice el artista ‑ es de los más variados que he visto». En él se barajan dos factores, el meramente paisajístico, y el ya más concreto y definido de los estudios urbanos, en los que el pintor se encuentra más atado, más constreñido a una realidad que es necesario plasmar, retratar, tal cual es. «Prefiero el paisaje más libre, aquel en el que pueda eliminar crear, cambiar colores, un tanto según el estado de ánimo…»; no viene a decir con ello Iznaola más que la definición del arte moderno, del arte eterno, en definitivo, por el que la conjunción de la realidad y la fuerza íntima, creadora, del artista, dan por resultado la obra de arte. «Prefiero el otoño para pintar, nos dice Carlos, meditando tras nuestra pregunta porque no es una época gris como se piensa, la más poéticamente luminosa de todas las estaciones”.

Hablemos ahora un poco del Arte, así, con mayúsculas. «Si. Para mí el arte es  un medio de expresión”. ¿Todos somos artistas, entonces? ¿Todos podemos expresarnos? Todos tenemos necesidad de una expresión. Sentimos elaboramos, nos manifestamos. Pero no artísticamente. La manifestación artística, requiere un oficio, una preparación. Hay que decir unas cosas, y decirlas de una manera concreta para que se pueda catalogar como arte. Preguntamos a Iznaola: ¿Tú, dónde te has formado artísticamente? «Bueno yo soy autodidacta. He aprendido de amigos; he aprendido, sobre todo, haciendo cosas. Es necesario, sí, recibir enseñanzas teóricas. Especialmente de quien sabe. No es imprescindible una enseñanza oficial. Pero, en definitiva, lo que importa es tener algo qué decir». Sinceridad como fundamento en arte. Sinceridad como motor de la propia evolución. Honestidad, en definitiva, como prima bandera. “Sí, esa es la palabra, lo necesario siempre: la honestidad”. Iznaola es un pintor honesto, he ahí su gran valor. Que va por la Alcarria retratando cosas, gentes, paisajes.

Carlos, ¿la pintura tiene también un sentido social? «Indudablemente. Mira, por ejemplo, una cosa que me parece absurda, que me molesta incluso, es que, en una exposicó6n, me pregunten qué pueblo es el que aparece en este paisaje, qué calle es la de aquél otro, etcétera. Ese nivel de anécdota debería estar sobrepasado. Lo importante que el artista, debe conseguir es transmitir al espectador una fuerza, una luz, un resultado, Que quien se ponga delante de una pintura, un dibujo, una acuarela, sobrepase la actitud de mirar, y vea. Vea, sí, algo más que un pueblo o una cara conocidos. Vea una realidad bella que le rodea».

Carlos Iznaola Garcés, con su cordial y reposado sentido del diálogo, nos ha mostrado nuevas interpretaciones del arte pictórico, renovados caminos para el entendimiento del mundo. Nos brinda, al mismo tiempo, en ese casi medio centenar de obras que a partir del lunes mostrará a todos en, la Sala de la Caja de Ahorro Provincial, nuevos ojos y nuevos colores para pasear la Alcarria y gustarla en su sentido más hondo y poético. Las eras, los campanarios, los soportales y las antiguas carretas… cerros prados, y arbo­ledas espesas que encierran todo un mensaje de sosiego, de cósmica serenidad, de humana ternura, para tratar con ellas, hasta donde el espectador alcance, de cambiar el mundo.

Iznaola, ya un alcarreño más, y de los más fervorosos, nos trae y regala su testimonio fiel, su inquietud, y su honestidad de viajero sensible por nuestra tierra. El éxito de su exposición  y sus intenciones está asegurado.