Almonacid: la leyenda del pajarito

sábado, 25 noviembre 1972 0 Por Herrera Casado

 

El folclore de nuestra bravía y románica Alcarria tiene en sus haberes curiosísimas notas de piedad popular que, levemente analizadas, resultan ser ancestral rémora pagana transformada en votiva ceremonia rociada de inciensos y mirras católicas. Desde las diversas advocaciones marianas hasta el rito carnavalesco de los sanblases y las santaáguedas, pasando por las hogueras y luminarias de San Juan y la Natividad, cumbres de los solsticios y cambios radicales en la evolución anual de la Naturaleza.

Hoy traigo una leyenda alcarreña que, según el documento consultado (1), tiene todos los visos de verosimilitud, aunque, como luego veremos, se queda en mero relato devoto, y nada más. Ocurrió en Almonacid de Zorita, a lo largo del siglo XVI, y es Matías Escudero quien nos lo relata. Este hombre, erudito viajero y gran enamorado de su tierra natal, nos dejó un hermoso libro, inédito, que tituló «Relación de cosas notables» y en el que se retrata («por las obras les conoceréis, no por sus palabras») un renacentista de los pies a la cabeza, sin que le importe mucho dejar en ridículo, cuando la ocasión lo permite, a varias autoridades y aristócratas de la época. Hombre que, seguramente influi­do por Erasmo y otros de su equi­po, sólo cree en lo que ve. Por eso cuenta ese «milagro» como por referencias, «se vio» «vieron las gentes» dice en el relato, pero nunca lo pone en primera persona, Lo cual ya nos indica la manera de ser de Matías Escudero, que, viviendo en un pueblo pequeño, del que él es el mayor y más cumplido cronista, en el que ocurre un «grande milagro» según las gentes del lugar, él ni se molesta en ir a ver con sus propios ojos. Buen crédito le tendría todo ello. El, sin embargo, nos lo cuenta así: la víspera de Nuestra Señora do septiembre de 1540, apareció en la puerta de la muralla llamada «de Zorita» un «pajarico pequeño muy hermoso el cual andubo limpiando, y quitando con su pico, y alas, las arañas que había en la dicha Caxa donde estaba nuestra Señora» (alguna imagen gótica o románica colocada desde siglos antes en el huequecillo que dicha puerta, aún conservada tiene en lo alto, bajo las almenas). Todo el pueblo acudió a ver el milagro, y, a pesar del ruido, el pájaro sin inmutarse, continuó su labor de limpieza. El Sol se puso «y toda la gente que lo vio quedó dando gracias a nuestro Señor y a Nuestra Señora por la maravilla que habla allí hecho». Al año siguiente, en el mismo día, a la misma hora, volvió «otro pájaro de la forma y manera del susodicho» para hacer lo mismo que el anterior. La devoción mariana de los de Almonacid llegó a extremos insospechados, poniendo una lámpara todas las noches de sábado junto a la imagen, y limpiando puertas e imágenes de la Virgen.

Pero debió suceder que el fervor cayera y la suciedad y las arañas se aposentaran de nuevo junto a la Virgen. Y así ocurrió que en 1580 año en que escribe Matías Escudero la Relación de su pueblo, llegó de nuevo un «pajarito mui hermoso» la mañana del 7 de mayo y otra vez, como sus antecesores, se dedicó con raro afán a la limpieza de imagen y capilla «y a ver esta maravilla se llegó casi todo el pueblo, y nunca el pajarico se fue».

No vamos a entrar ahora a analizar estadísticamente las posibilidades que hay de que un pájaro se pose, en el período de 40 años, en un lugar determinado. Escudero tampoco hizo comentario al hecho. Pero su misma sequedad, ya estaba calificando el arrobamiento de la multitud que aguantó unas horas mirando al pajarito, vehículo del Cielo.

Analizar el hecho nos llevaría, sin duda, al partidismo. Explicar el simbolismo, que ha tenido el pájaro a lo largo de la evolución de la Humanidad, supongo que puede ser interesante complemento a la tradición antes relatada. Desde los textos védicos y los jeroglíficos egipcios, ha sido considerado el pájaro como símbolo de espiritualización: el alma, el espíritu, vuelan por encima de la tierra, sobre las ciudades, sobre todos los bajos problemas a los que el hombre está adscrito. Son, por lo tanto, como, los pájaros. Los egipcios representaron ya a ciertos pájaros con cabeza humana, expresando su idea de que el alma vuela después deja muerte. Más tarde aparece dicho símbolo, y con el mismo significado de purificadora ascensión humana, en el arte griego y en el románico europeo (2). En el subconsciente colectivo del género humano, queda esa imagen que asocia al pájaro con lo puro (el Espíritu Santo, la paloma de la paz, el pá­jaro que en Leyre cantó 300 años seguidos para enseñar a San Virila un pedazo de eternidad) y, a resultas de ello, la asociación de este animal con los mejores sentimientos idealistas y espirituales del hombre. ¿No eran, entonces, los mismos habitantes de Almonacid, los que se purificaban a si mismos viendo como un pajarillo limpiaba una y otra vez la imagen de su Virgen? ¿Descargando de esa manera el sentimiento de culpabilidad que su dejadez y vagancia les había fabricado?

La historia, sin embargo, se repite. Hay en Navarra una leyenda, más concretamente en Puente la Reina, que parece ser el retrato de la alcarreña. La llaman allí la leyenda del «chori» (Txori, en vasco, significa pajarillo). Ocurrió que en 1825 y años sucesivos, el 29 de agosto aparecía un pajarillo que se dedicaba a limpiar a la virgen del Puy que se veneraba en una minúscula capillita del puente sobre el Arga, y que a pesar del gran regocijo y expectación del pueblo, luces, músicas y otras muestras de piedad popular «el pájaro continuaba sereno en sus operaciones de limpiar a la Virgen, bajando al río hasta tocar las aguas y volviendo a subir a practicar lo mismo, revoloteando alrededor de la imagen, y rozando su rostro con las alas» (3).

Un rumor pálido, entre mitológico y devocional, corre por las tierras de la Alcarria. Leyendas, tradiciones, piedades místicas creencias antiguas… y nosotros, excesivamente bañados por todos los aires del universo, apuntando, las cosas, y recordándolas. Sin atrevernos a cambiar su curso, sin intentar, siquiera, explicárnoslas.

Notas

(1) Memorial Histórico Español, tomo XLII, «Relaciones de los pueblos de Guadalajara». Madrid, 1903.

(2) Marius Scheider, «El origen musical de los animales ‑ símbolos en la mitología y la escultura antiguas». Barcelona 1946.

(3) «Diccionario, de Navarra». Pamplona, 1842.